El Castillo de Peñas Negras en Mora, legado histórico y ‘guardián del mar de olivos’
El Castillo de Peñas Negras, una imponente fortaleza que se alza sobre un extenso ‘mar de olivos’, ha sido testigo, el pasado domingo, 18 de mayo, de una visita de casi 200 personas en el marco del programa de la Diputación de Toledo ’12 meses, 12 castillos, 12 experiencias únicas’. Esta emblemática construcción, testigo de siglos de historia ibérica, conocido históricamente como Castillo de Mora, domina el horizonte de la provincia, ofreciendo unas increíbles vistas panorámicas.
Esta iniciativa del organismo provincial, que busca ofrecer un turismo de experiencias en la provincia, ha vuelto a demostrar el gran interés que despierta al combinar patrimonio, naturaleza, historia y gastronomía.
La jornada comenzó con una ruta de senderismo guiada de aproximadamente tres kilómetros, desde la falda de la montaña hasta el castillo. Una ruta angosta en algunos tramos y con una entrada difícil y muy empinada al castillo, pero con unas vistas espectaculares del conocido como ‘mar de olivos’, una enorme extensión de olivos de los que el castillo es vigía. Los asistentes, trasladados en autobús desde el punto de encuentro, disfrutaron posteriormente de una original cata de vinos teatralizada que combinó enología, gastronomía y artes escénicas. El evento, que siguió a la caminata, en la que también participó, como se puede ver en una de las fotografías, una pequeña pero intrépida participante que aún no ha cumplido los dos años, ofreció a los asistentes una fantástica experiencia inmersiva.
La sumiller Paloma Fernández-Cabrera fue la encargada de guiar esta singular cata, presentando los vinos de Bodegas NOC de Manzaneque. La selección de caldos se complementó con un maridaje a cargo del reconocido chef Javier Chozas, quien armonizó los sabores para realzar la experiencia gustativa. Esta fusión de elementos elevó la cata más allá de lo convencional, convirtiéndola en un verdadero deleite para los sentidos.
Por su parte, la Compañía de Teatro Atenea de Mora fue la responsable de la puesta en escena, desarrollando una cautivadora representación. El hilo conductor de la narrativa giró en torno a dos hermanas, protagonistas del relato, quienes se embarcaron en la búsqueda de un elixir místico para restaurar los poderes de su maestro, El Nigromante.
No faltaron Alfonso VI y Zaida, la princesa «cuyos ojos eran estrellas» tal y como contaba Guillén de Castro en «Las Mocedades del Cid«, y que cautivase al monarca convirtiéndose en su cuarta esposa y madre de Sancho, único hijo varón del rey de León que se hubiese convertido en el soberano de los reinos de Castilla y León si no hubiese muerto en la batalla de Uclés.
La creatividad de la compañía teatral integró de manera magistral los vinos y los elementos gastronómicos en un universo mágico, convirtiéndolos en piezas clave de la trama.
La programación de la tarde incluyó una visita teatralizada al Museo del Aceite, a cargo de la Compañía Almazara de Mora, donde los participantes tuvieron la oportunidad de disfrutar de una cata de aceite dirigida por Romu León, gerente del museo. Para cerrar la jornada, se realizó una cata de quesos de la Quesería La Antigua de Mora, maridada con vino de la Cooperativa Ntra. Sra. de La Antigua.
La iniciativa ’12 meses, 12 castillos, 12 experiencias únicas’, que promueve un turismo de experiencias diferente, continuará su recorrido por la provincia a lo largo de este año y el próximo. Tras la visita al Castillo de Peñas Negras en Mora, el programa tiene previstas paradas en los castillos de Orgaz, Manzaneque, Guadamur, Cuerva, Toledo, Consuegra, San Martín de Montalbán, Escalona, Polán, Oropesa y Almonacid de Toledo.
El plazo para solicitar la visita al próximo castillo, el de Cuerva, se abrió el 19 de mayo. Los interesados pueden realizar su reserva a través de un formulario en la página web «www.turismoprovinciatoledo.es», aportando nombre, apellidos, correo electrónico y un teléfono de contacto, con un límite de dos plazas por persona. Se programarán dos pases para la visita al Castillo de Cuerva: uno por la mañana, de 10:30 a 14:30 horas, y otro por la tarde, de 17:00 a 21:00 horas.
El Castillo de Peñas Negras: un legado histórico en peligro
Con orígenes que se remontan al siglo X y una historia que abarca desde la dominación musulmana hasta la Reconquista y su papel crucial con la Orden de Santiago, esta fortaleza se erige como un testimonio perdurable del rico pasado de la región. Sin embargo, a pesar de su incalculable valor histórico y cultural, la edificación se encuentra actualmente en un estado de conservación deficiente, enfrentando un deterioro progresivo que ha motivado su inclusión en la Lista Roja del Patrimonio Español.
La construcción del Castillo de Peñas Negras se inició en el siglo X, enmarcada en el periodo de dominio musulmán y formando parte de la Taifa de Toledo. Crónicas antiguas, como las del historiador andalusí Ibn Hayyan, ya mencionaban a Mora en relación con expediciones punitivas, lo que evidencia el valor estratégico de su ubicación desde tiempos tempranos. Tras la Reconquista, la fortaleza pasó a manos del rey Alfonso VII, quien en 1131 ordenó la edificación de otro castillo, el auténtico Peñas Negras, sobre el Cerro Malvecino. Esta compleja dinámica estratégica, con la construcción de una segunda fortaleza con propósitos defensivos y ofensivos, revela un periodo de tensiones y cambios en el control de la zona.
La historia del castillo se enriqueció con la figura de Muño Alfonso, gobernador de la fortaleza bajo el mandato de Alfonso VII, cuyo liderazgo en la lucha contra los almorávides y sus actos de valentía quedaron registrados en las crónicas de la época. Su captura, rescate y eventual muerte en combate añaden una dimensión humana a la historia del castillo y han podido dar origen a leyendas locales.
En 1171, la fortaleza fue entregada a la Orden de Santiago, lo que significó su integración en la red de órdenes militares que consolidaron el poder cristiano en la península. La orden mantuvo una guarnición de monjes-soldados con la misión de proteger las rutas de invasión que conectaban el territorio almohade con el cristiano, subrayando la importancia estratégica del castillo tras la Reconquista.
De fortaleza militar a prisión estatal y símbolo de estatus
En el siglo XVII, el rey Felipe II vendió la villa de Mora, incluido el castillo, a Fernando de Rojas Guevara. A pesar de esta transacción, el castillo mantuvo su tenencia real, siendo el monarca el responsable de sus reparaciones y armamento. Esta evolución en la propiedad refleja un cambio en la función del castillo, pasando de ser principalmente un puesto militar a un símbolo de estatus y poder. Dada su gran seguridad, el Castillo de Peñas Negras también sirvió en varias ocasiones como prisión del Estado, e incluso se ha mencionado la posible reclusión de César Borgia entre sus muros, lo que enfatiza su reputación de fortaleza inexpugnable.
En periodos posteriores, el castillo continuó desempeñando un papel, aunque en un estado de creciente deterioro. Durante la Guerra de la Independencia, fue ocupado por las tropas francesas, y en la Guerra Civil Española, las tropas republicanas lo acondicionaron como puesto fortificado, demostrando su persistente valor estratégico y simbólico a lo largo de la historia.
Arquitectura singular y un llamado a la acción
Desde el 15 de enero de 1970, el Castillo de Peñas Negras es propiedad del Ayuntamiento de Mora. A lo largo de los años, se han llevado a cabo diversas labores de restauración, incluyendo la colaboración de las Escuelas Taller entre 2005 y 2010. Sin embargo, los esfuerzos han sido insuficientes para frenar su deterioro progresivo, lo que llevó a su inclusión en la Lista Roja del Patrimonio desde el 30 de marzo de 2020.
Arquitectónicamente, el castillo destaca por su planta irregular y alargada, que se asemeja a la forma de un buque, adaptándose directamente al terreno rocoso y accidentado sobre el que se asienta. Entre sus elementos más significativos se encuentran la Torre del Homenaje, que dividía el recinto principal, y un patio de armas con torres defensivas y un foso natural. Un singular postigo con una escalera de caracol y un túnel subterráneo en el patio de armas, hoy sellado por seguridad, añaden un elemento de misterio y contribuyen a las leyendas sobre su supuesta inexpugnabilidad.
La ubicación estratégica del castillo lo convirtió en un importante puesto de vigilancia contra las invasiones almohades, controlando tanto las incursiones cristianas como musulmanas y defendiendo la ciudad de Toledo por el sur. Su reputación como una de las fortalezas más robustas de la provincia resalta su importancia dentro de la dinámica de poder regional.